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Respiramos el más absoluto respeto por la naturaleza, dado que nuestras guías no nos permitieron ni siquiera sacar una trucha, todas las devolvimos a su hábitat, como acostumbramos hacer los pescadores deportivos.
Toda la pesca la hicimos bajo la modalidad de mosca, tanto flotante como profunda, dándoles todas las ventajas a los animales para no causarles daño, con anzuelos muy pequeños y sin barba( lisos).
En uno de sus hoteles con ambiente Suizo me encontré estas sillas talladas en una sola pieza de un árbol de pino, respetando sus rugosas formaciones. Pesadas, solemnes e integradas en el ambiente cálido de una gran habitación con chimenea, haciendo gala de toda la devoción que el artesano puso en ellos al descubrir y tallar esas sillas que el árbol tenía guardadas en su interior.
Hace muchísimos años leyendo el libro la Agonía y el Éxtasis. La biografía novelada de Miguel Ángel, escrita por Irving Wallace, me llamó poderosamente la atención el capitulo donde el escultor iba personalmente a Carrara para escoger los bloques de mármol en las cuales trabajaría su obra y que una vez vio una gigantesca piedra en la cantera del más puro blanco traslucido y supo que ahí adentro estaba su David y que solo tenía que sacarlo a la superficie desde entonces cada que veo una silla tallada en un tronco de árbol, pienso en el gran maestro de Florencia y me pregunto que vio el artesano que empezó a trabajar la madera con su escoplo sabiendo que dentro de su árbol se escondía una silla.
Muchísimos aprovechan las ramas para utilizarlas como apoyabrazos o como patas, otras veces dejan la corteza como piel con toda la textura original.
También se puede pelar el árbol y aprovechar sus hendeduras y torceduras para crear efectos naturales de gran belleza.
Otro valor inmenso es que son piezas únicas, irrepetibles, creadas por la naturaleza y talladas por el hombre.
Su peso es excesivo, su comodidad es discutible, si se le añade cojines se pierde naturalidad y se ve como un añadido. Pero su atractivo, es un factor que siempre nos llama la atención y sentimos que el árbol no murió si no que sigue viviendo en nuestros espacios.